Ayer viví una experiencia, que me parece, que para muchos chilenos es lamentablemente habitual. Subo a un bus clon del metro, podría ser cualquier bus de Santiago, y oigo algo conocido: "...dale, dale, ooooh..." y demases... "salto en esta micro, salto en esta micro..." y se repiten los cánticos, cargados de groserías y vulgaridades. Entonces, quise llegar atrás a pesar del desorden y la posibilidad de pasar un mal rato, cuando quise avanzar la gente me impedía el paso por lo que decidí quedarme en mitad del bus. Unas cuadras más allá se bajaron... cuando llegué atrás, donde estos jóvenes estuvieron, un hombre que venía de su trabajo, denotaba nerviosismo y aflixión, qué le ocurre? le preguntó un pasajero que venía cerca de él. Le habían robado su celular a punta de cortapluma.
Se me pasaron por la mente miles de imágenes, yo corriendo tras los delincuentes (adj. Que delinque, delinquir: Cometer delito), pedirle al hombre que denuncie... inmediatamente rechacé tal situación por lo engorroso y poco efectiva que, todos sabemos, es esta medida. Luego recordaba que hace algunos días atrás mi Negrito me contó de una joven que hablaba por su celular en un negocio cualquiera, el lenguaje de su conversación era extremadamente grosero... qué le puedes decir a alguien que se expresa grosera y violentamente en un lugar público, cómo te contestaría si le pidiéses que fuera menos vulgar.
Mi reflexión frente a estas situaciones, es que la gente, en general, está muy frutrada, asustada, y eso le genera mucho miedo, y este miedo le hace reaccionar violentamente en su vocabulario y en sus acciones. Sé que la vida no nos hace la cosa muy fácil, pero intentemos ser un poquito más felices, esa es nuestra misión... no esperes que alguien venga y mágicamente te entregue la felicidad eterna en un frasquito, la felicidad, la plenitud, la autorrealización es tú tarea aquí en este mundo... tú debes encontrarla.
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